martes, 25 de agosto de 2009

¿ESTO LO HA HECHO MI HIJA O ATILA ACABA DE PASAR POR AQUÍ?

Cualquiera que tenga un hijo pequeño entiende a la primera a lo que me refiero. Y es que después de haber dejado al peque 10 minutos en cualquier habitación, esta tendrá el aspecto de haber sido arrasada por los hunos al completo con su famoso rey al frente. Cada vez que estamos con Alicia en la habitación donde tenemos los ordenadores ella se dedica a vaciar las estanterías de libros y a sacar los puzzles gigantes y repartirlos por todo el suelo. Y eso cuando no está abriendo y cerrando la puerta del armario, tratando de desenchufar los ordenadores o tirando del ratón o del teclado para jugar con ellos. Debo reconocer que la dejamos hacer (hasta ciertos límites, no la permito tirar de cables ni coger las cosas de la mesa) y después procuramos inculcarla que nos ayude a recoger los libros. Tú le señalas uno y se lo pides, y normalmente ella te lo trae. Así, uno por uno, cada libro vuelve a su lugar en la estantería (bueno, al menos vuelve a la estantería).
Me da terror pensar cuando sean dos, y el pequeño se dedique a imitar lo que hace su hermana mayor. Espero que para ese momento, aparte de saber sacar todas las cosas que pillan a mano, hayamos logrado enseñarla que hay que recogerlas al terminar de jugar :-)

jueves, 20 de agosto de 2009

ALICIA Y LAS MASCOTAS

Ya sabéis que vivimos rodeados de bichos. Dos gatos aquí en casa y perro y gato en casa de mis padres. Sea por eso, o porque esta niña ha salido a su madre en la cuestión de los bichos, la verdad es que no les tiene ningún miedo. Procuramos inculcarla respeto y trato cariñoso con ellos (ya sabe que para acariciarlos hay que hacerlo muy suave) y al menos con los gatos lo hace bastante bien. Nina, la gata, procura esquivarla lo más posible, y Nico, el macho, se resigna y la deja hacer. La gata de mis padres es un caso aparte, apenas se acerca a Alicia, pero la perra, Niebla, es la que más sufre el cariño de la peque. Creo que ya comenté en alguna ocasión que Niebla es un cruce de mastín, y hace honor a sus antepasados siendo un perrazo que impone respeto por el tamaño. Además es poco cariñosa (te acepta mimos pero no suele pedirlos) y no es demasiado obediente. Todo ello lo compensa con una nobleza de corazón más grande que su cuerpo. Es incapaz de hacerle daño a una mosca, y si te dicen que no hay que poner la mano en el fuego por ningún animal, yo lo podría por ella. El caso es que nunca ha hecho mucho caso de mi hija, pero ahora no le queda más remedio que soportarla. Alicia se la echa encima, la abraza, la tira del pelo y todo esto Niebla lo aguanta con estoicidad. Ojala Niebla viva lo suficiente para que Alicia (y el que viene) guarden buen recuerdo de ella, que ya empieza a estar mayor, porque Niebla ha demostrado ser un perro muy especial en muchas cosas y en casa la queremos como a uno más de la familia.
Por cierto, que está visto que a esta niña el tamaño no le importa. Este verano, en el pueblo, al cruzar una esquina, se encontró cara a cara con una vaca y la peque ni se inmutó. Si alguna de las dos se llevó un susto en aquel momento, podéis apostar que fue la vaca.

QUINCE MESES

El tiempo vuela, eso no se puede negar. Y más cuando tienes a tu lado a una personita que en solo este tiempo ha crecido casi 30 centímetros y a la que cada día cuesta más coger en brazos. Una peque que cada vez es más difícil de controlar y a la que no puedes perder de vista un segundo porque si no ya la ha liado. Y que cada día te sorprende con algo nuevo, ya sea comerse una manzana a mordiscos como tirarse sola por el tobogán (fue en este momento cuando dijo su padre "ahí sí que la vi mayor").
Una tía mía decía que en una casa siempre tendría que haber un bebé, y empiezo a pensar como ella. Echo de menos las noches en que se despertaba para comer y me la pasaba conmigo a la cama. Se quedaba dormida al poco rato pegadita a mí, y aunque yo no dormía demasiado, esa sensación me resultaba maravillosa. Bueno, si me alegro ahora mismo de que ya no lo haga es por el calor que estamos teniendo este verano. Solo de pensar en tener pegada a mí en la cama a esta pequeña estufita me da algo. También echo de menos como se quedaba dormida en mis brazos antes de llevarla a la cuna. Vista la experiencia no me creo eso de "no cojas al bebé, que luego se acostumbra y no quiere más que brazos". Precisamente esta peque, que solo ha ido en brazos a todas partes (el cochecito está prácticamente nuevo) se ha revelado como una niña independiente, a la que le encanta estar a su aire.
Mi consuelo es que dentro de unos meses volveremos a empezar el ciclo. Y mientras David da de cenar a Alicia, yo volveré a tener un bebé en brazos y podré repetir las experiencias que tanto añoro. Ojala no haya demasiados celos:-)

lunes, 17 de agosto de 2009

¿ESTÁ PERIMITIDO EL ESTRANGULAMIENTO DE UN HIJO BAJO CIERTAS CIRCUNSTANCIAS?

Bueno, bueno, que nadie se me eche encima, que no voy a matar a Alicia. Pero seguro que todas las madres en algún momento u otro de nuestra convivencia con nuestros nenes hemos pensado por un segundo: "A este niño lo estrangulo" cuando nos han montado una pirula de las gordas. Es más, mi hermano y yo hemos crecido con la amenaza de nuestra madre "os voy a dar una paliza que os voy a matar" media vida (siempre con causas justificadas, que las preparábamos buenas de vez en cuando) y aun seguimos aquí, y sin traumas visibles, que yo sepa :-)
Me viene a la memoria una anécdota de uno de mis primos mayores (hoy todo un señor ingeniero con tres hijos majísimos) que mi madre me contó en varias ocasiones. Siendo mi primo pequeño (tres o cuatro años) se quedó unos días con mis abuelos maternos, y estando en su casa una tarde se le ocurrió la brillante idea de vaciar en medio del pasillo una garrafa mediada de aceite. Y mientras mi abuela recogía el aceite (haceros a la idea de lo que tiene que ser recoger dos o tres litros de aceite del suelo) mi primo llegó y con su dulce vocecita le dijo a mi abuela: "Ay, abuela, ahora si que la he preparado gorda". Había vaciado en la cocina el contenido de varios saquillos de legumbres y los había desparramado por el suelo. Si mi abuela ese día no pensó que el asesinato está justificado y es perfectamente perdonable por un juez, poco debió faltarle a la pobre.
Pues hace poco he tenido un caso con Alicia que casi me ha hecho pensar así. Y porque aún es pequeña y no se da cuenta de lo que hace (¿O ya se da cuenta y se hace la tonta?) pero el caso es que la semana pasada me montó una importante. Alicia ya había desayunado y estaba recién cambiada y vestida, preparada para salir. Yo acababa de arreglarme, y mientras la había dejado en el parque para que no estuviese trasteando por todas las habitaciones. Pues en ese momento aprovechó para quitarse el pañal y ponerse a jugar con él. La cosa no hubiera tenido más consecuencias de no haber sido porque en ese corto intervalo de tiempo fue cuando decidió hacer "popó" y se puso a jugar con el resultado final. Se embadurnó de caca hasta arriba, se pringó el vestido y cuando la cogí para lavarla y cambiarla de nuevo aprovechó para untarme a mi también. Tuve que lavarla a fondo, cambiarla de ropa de arriba a abajo, cambiarme yo de ropa y lavar la cuna que estaba completamente pringada. La estrangulación me parecía una opción muy razonable en ese momento, pero bueno, al final, cuando ya está todo resuelto, optas por darle un beso y ponerle una braguita encima del pañal para dificultar su acceso al mismo.
Cuantas de estas me esperan en futuro, no lo sé, pero seguro que si esta ha sido de las primeras veces que he deseado hacerle algo completamente ilegal a la peque, no será la última :-)

domingo, 9 de agosto de 2009

PASIÓN DE MADRE

Me imagino que a todos los padres primerizos nos habrá (o nos estará) pasando, y es que nos parece que nuestro hijo es el más guapo, el más listo, el que mejor se relaciona con los demás... en resumen, que nuestro niño es un dechado de perfección. Y se nos cae la baba cuando hacen una cosa nueva o aprenden otra palabra (que la mayor parte de las veces apenas se entiende), pero el padre o la madre que esté libre de pecado (de orgullo en este caso) que tire la primera piedra. Después, con el tiempo, nos vamos dando cuenta que nuestro hijo no es más especial ni menos que los hijos de los demás, y que si el nuestro dio sus primeros pasos primero, el hijo del primo, del amigo o del vecino empezó a hablar antes, o le salieron los dientes a los tres meses mientras que el tuyo apenas tiene cuatro piezas con un año largo, o... cualquiera de las múltiples cosas que día a día van demostrando que tu hijo crece a su ritmo, que desde luego no tiene que ser el ritmo al que crecen los demás. A mí, a estas alturas me vale con ver que Alicia es una niña sana, alegre y cariñosa. Y que tiene sus arrebatos de genio, y que pone a prueba la paciencia de su padre y la mía cuando puede, y que... no sé, que va haciendo las cosas que se pueden esperar de un niño de su edad. Y que se va resignando poco a poco a que el número de galletas que se puede comer en el desayuno tiene un límite (pero muy poco a poco:-)

sábado, 8 de agosto de 2009

LOS CAPRICHOS DE LAS EMBARAZADAS

Unos dicen que es un mito, otros que es una simple respuesta del cuerpo a una necesidad de algo en especial, y algunos pensarán que es simplemente gadejos (ganas de jorobar) al marido que tiene que ponerse a buscar boquerones fritos a las tres de la mañana o alguna otra cosa más rara todavía. Me refiero a los antojos. Yo no los padezco en su peor forma (la de los boquerones...) pero si que me da por algunos caprichos que suelen tener fácil solución. No me gustan los refrescos de cola (seré de las pocas personas del planeta:-) pero si me encanta el Kas naranja, y digo marca porque es la que me gusta, la otra famosa, la Fanta, solo la tomo cuando no hay Kas. Pero ya durante el embarazo de Alicia, y ahora mismo se me ha cambiado el gusto. Solo quiero Fanta, así que las latas de Kas que tenemos en casa se las va bebiendo David poco a poco (tampoco es que yo abuse demasiado, quizás bebo una o dos latas a la semana). Creo que el antojo por esta bebida ha sido la única causa de que David tuviera que salir de noche (ojo, serían las nueve y media de la noche nada más) a buscarla por el pueblo durante el embarazo de la peque. Me trajo en aquella ocasión una botella de 2 litros que tuvo que comprar en un bar ya que tanto la tienda de alimentación como el kiosco ya habían cerrado. El otro antojo tampoco es muy difícil de conseguir. Quiero regaliz rojo, en palos, en trocitos o en espirales, me da igual, pero regaliz. Tampoco abuso (hoy es sábado y la última vez que comí regaliz fue el domingo pasado durante el paseo) pero es algo que fuera de los embarazos no me llamaba la atención demasiado. Y por lo demás, son cosas que he dejado de comer. Durante el embarazo de Alicia no soportaba la carne y en este no puedo ver el pescado y en ninguno de los dos quiero comer chocolate, que es algo que me encanta. Y lo típico, como no pasé la toxoplasmosis no puedo comer chorizo ni jamón serrano, así que me llevaré en bocata de chorizo de pamplona para zamparme después de dar a luz. Y esta vez me lo llevaré yo porque después de haberlo comentado un montón de veces con la gente antes del parto de Alicia, nadie se acordó de llevarme ni siquiera un sandwich de chorizo al Hospital. Así que esta vez iré preparada.

viernes, 7 de agosto de 2009

Y LUEGO SE EXTRAÑAN DE LA VIOLENCIA EN LOS HOSPITALES

Esto lo cuento por lo que me ha pasado por el tema del triple screening. Esta es una prueba que se hace con un simple análisis de sangre y mide la probabilidad de que el bebé tenga algún problema como síndrome de dawn o alguna otra anomalía genética. Basta con tomar la muestra (tres minutos como mucho) y ya no hay nada más que hacer. Esta prueba se hace a continuación de la ecografía, pero cuando empecé a pedir horas hace unas semanas, la matrona me indicó que la prueba tenían que hacérmela por narices entre el 18 y el 28 de Julio (no sé porqué) y entonces yo pedí hora para el 20 de Julio. Ese día me presenté en el Hospital a las 8:10 de la mañana y allí me dijeron que no, que no podían hacerme la analítica porque tenía que ser primero la ecografía. En esa fecha aun no me habían llegado las citas para las ecos, así que me tuve que volver a casa y esperar a tener la cita. Cuando esta llegó, me sorprendió ver que la eco era por la tarde. Pensé que el laboratorio trabajaría por la tarde para estas muestras, ya que no es necesario ir en ayunas ni a primera hora. Pero cuando termina el ginecólogo con la eco y me rellena los papeles me dice que vuelva al día siguiente por la mañana para la analítica. Ya mosqueada (el hospital no me pilla al lado de casa precisamente y tenía que llevarme a Alicia) vuelvo al Rio Hortega el jueves, pensando "Bueno, al fin y al cabo es un minuto). Tuve suerte y logré aparcar cerca de la entrada. Pero fue lo único que salió bien allí. Nada más subir al laboratorio de extracciones y entregar el papel, me dice la señora (no la llamo lo que pienso de verdad de ella porque sería censurable) que me falta un papel que debía haberme dado el ginecólogo y que SUBA a la secretaría de ginecología a por él. Después de subir a la zona de consultas de gine y esperar a alguien por allí (no apareció ni el tato) me acerco a información y allí me dicen que la secretaría está ABAJO. Ya bastante enfadada me bajo a la planta primera y cruzo ese laaaaaaargo pasillo buscando alguna indicación. Tras recorrer el pasillo sin ver nada que me indique donde andan las secretarías, vuelvo a la entrada y pregunto en otro punto de información. Ya allí me dicen que tengo que entrar en la sección 2 y preguntar en el control de enfermería. Vuelvo a ese laaaaaaargo pasillo y por fin llego a la zona 2. Allí dos guardias de seguridad me echan el alto. No puedo pasar con la niña por ser menor de 12 años. Al final son los propios guardias de seguridad los que se quedan con Alicia mientras yo paso a secretaría... que tiene cola de espera. Después de más de 10 minutos esperando, me doy por rendida, recojo a Alicia (que se lo estaba pasando pipa con la música de un móvil sin decir ni pío) sin tener el papel y subo de nuevo al laboratorio pensando en discutir con la señora y si se niega a dejarme hacer el análisis, largarme y no hacer la prueba. Al fin y al cabo es una prueba estadística que solo da probabilidades, no soluciones a posibles problemas. Pero me llevo una sorpresa cuando llegó a recepción, esta señora no está y la que le sustituye coge el papel sin problemas, teclea unos datos en el ordenador y me manda pasar. 5 minutos después ya estoy fuera, con un pinchazo en la mano, el análisis hecho y ganas de no volver a ver a la señora inicial para no arrearla con el bolso hasta cansarme por las vueltas a lo tonto que me ha hecho dar.
Espero que sea un caso aislado, porque como me pase más veces, terminaré pegándole cuatro gritos a alguien y así daré más motivos al personal sanitario de quejarse por la inseguridad en su trabajo. Y es que como ayer, cuando un trámite de 3 minutos se convierte en una odisea, acaba con la paciencia del santo Job.

jueves, 6 de agosto de 2009

ALLA VAMOS OTRA VEZ

Después de mes y medio (o más) sin escribir una letra retomo este blog para contar mis experiencias con Alicia... y con mi nuevo embarazo.
Ya estoy de 12 semanas y pico, y casi desde el principio David ha dicho que iban a ser gemelos (menos mal que no acertó) , ya que los síntomas que padecí con Alicia han aparecido multiplicados. Mi cuerpo se ve que al saber lo que se le venía encima decidió empezar con las nauseas y el malestar general desde el primer momento. No tengo apetito, la mayor parte de las comidas me sientan mal, no soporto la comida de la niña (benditos abuelos que son los que la dan de comer), cuando cocino yo en casa de mis padres suelo tener quejas porque siempre preparo lo mismo (sopa o puré, que es lo que mejor tolero) y David se queja de que el que está echando tripita es él porque se come ahora la parte que me tocaría a mí para cenar.
Pero tiene su parte bonita (que no todo son quejas, caray) y es que ayer al ver la ecografía, ver latir su corazoncito y verle mover las manitas me puse a llorar como una tonta de la alegría. Por lo demás, como ya digo "esto se pasa en un máximo de 28 semanas, así que no tengo que preocuparme demasiado".
Y aunque cueste creelo por lo quejica que me he vuelto, estoy feliz cual perdiz con este nuevo retoño, que estoy casi segura que va a ser niño, no me pregunteis porqué.