sábado, 2 de enero de 2010

REGALOS DE NAVIDAD O COMO DESEAR COMETER UN FRATICIDIO

Sí, vale, lo reconozco. Soy una persona violenta. Hace tiempo quería estrangular a mi hija y ahora quiero matar a mi hermano. Pero todo tiene su explicación, que cualquier juez encontraría razonable y me absolvería al momento de todos los cargos. Todo viene a cuenta del regalo de Navidad que mi hermano le ha hecho a mi hija. Es muy chulo, a mí me encanta y además lo veo estupendo para que cuando sea un poco más mayor lo podamos llevar a la parcela donde viven los abuelos y pueda correr todo lo que quiera. Se trata de una moto de esas que se impulsan con los pies y son bastante estables para prevenir caídas (aunque de momento Alicia se cae, los pies casi no la llegan al suelo) El caso es que se sube a ella con toda soltura y lo primero que aprendió fue el lugar donde se encuentra el claxon. Y menudo claxon, la sirena de los bomberos o de una ambulancia resulta menos molesta. Cuando ya lo has escuchado diez o doce veces seguidas te pones a buscar el contenedor de las pilas, y descubres para tu horror que este claxon funciona sin ellas. Así que llevamos desde Navidad escuchando el "pitidito" y sin posibilidades de apagarlo. Que conste, mi hermano está avisado de mis intenciones y está la mar de tranquilo, señal de que mis amenazas no se pueden tomar demasiado en serio :-)
Otros regalitos que la han caído a esta peque por Papá Noel han sido un cochecito con su muñeca (por la velocidad a la que lo lleva creo que piensa que es más bien un coche de carreras) una esfera con el abecedario, animales y sus sonidos que también la encanta, un carrito con cubo, escoba, fregona, etc (tiene incluso un delantal muy chulo que la hizo una compañera de corte), un par de libros de cuentos y el que yo esperaba fuera el más útil y de momento no hemos logrado que estrene. Un gorro de esos que se llaman verdugos, muy práctico para los fríos días vallisoletanos pero que a esta peque la trae por la calle de la amargura, no sabemos porque. Este es uno de los regalos de su tía Cris y el único que yo he pedido cuando me preguntó que qué podía regalarle, así que me he quedado un poco "plof", porque vaya éxito con la solicitud.
Creo que no está nada mal. No queremos que esta niña se llene de juguetes y que después no le haga caso a ninguno y considero que cuatro juguetes diferentes (además repartidos, el cochecito con la muñeca se queda en casa de mis padres para que juegue allí con él) ya son más que de sobra. Eso sí, tenemos que tener cuidado al andar por casa porque por menos de nada ya te estás tropezando con la fregona o la escoba, que Alicia lleva las piezas del carrito por todas partes y te las deja por todas partes también.

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